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La tasa de asma de Connecticut es peor que la tasa nacional, con un 11 por ciento para los niños y el 10.5 por ciento para los adultos, y va en aumento. Los vecindarios de Bridgeport, Hartford y New Haven se encuentran entre los más afectados. El dióxido de carbono producido por los automóviles, el humo del cigarrillo, el moho y las alimañas en las viviendas de baja calidad, están entre los factores desencadenantes.
“Tu código postal importa. Es un determinante de la salud”, dice Marie-Christine Bournacki, coordinadora del programa de asma del Departamento de Salud Pública de Connecticut.
De acuerdo con DataHaven, en el vecindario North Meadows de Hartford, el asma en niños desde el nacimiento hasta los 4 años, representó 1,738 visitas a hospitales por cada 10,000 residentes en el 2016.
En comparación, la tasa en Madison, una rica ciudad costera, fue de solo 78. El ingreso medio de los hogares en Madison es de $108,231; mientras que en North Meadows es $20,434.
Líderes del gobierno y del cuidado de la salud, dicen que la clave para avanzar en los vecindarios de clase trabajadora, es centrarse más efectivamente en algunos de los factores médicos, sociales y ambientales relacionados con la enfermedad, y coordinar mejor las respuestas de la sociedad. La doctora Beverley Sheares, profesora asociada de pediatría en la Escuela de Medicina de la universidad Yale, dice: “En estos entornos, el asma es un síntoma de lo que significa vivir en la pobreza, así que realmente hay que cambiar la vida de las personas pobres”.
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